16 de febrero de 2016

Datos parabiográficos de Gabriel Cusac Sánchez según distintas fuentes literarias: tres trasuntos desbocados



In icto oculi, Juan de Valdés Leal


Llegará el día en que ese espejo de bondad, ese hombre que se echa miguitas de pan en la coronilla para que coman las palomas, doble la servilleta. Entonces sus paisanos de adopción se darán verdadera cuenta de la inestimable pérdida que ha sufrido el mundo en general -pero, sobre todo, Béjar- y recapacitarán sobre la monumental dimensión humana y literaria del recién partido, exculpándole de sus terribles cogorzas de mocedad, de sus no menos escandalosas querencias antisistema, de sus escritos corrosivos, de la portada iconoclasta de los Cuentos desquiciados y, sobre todo, de su periplo funcionarial en el consistorio de la localidad. Una multitud afligida colapsará las calles de la ciudad estrecha, y algunos camaradas achacosos y ya medio zumbados emularán los honores fúnebres de la prostituta Marieta, arrasando los jardines públicos para llenar de flores la tumba de Cusac, cuya lápida, según disposición testamentaria premeditada, lucirá tres franjas heterodoxas: roja, amarilla y morada. Añádase a este hermoso cuadro que algún concejal preclaro (con bastante probabilidad, el más reaccionario de toda la turba cabildante) lanzará la idea de bautizar una calle del polígono industrial con el nombre del interfecto, y su propuesta será aprobada por unanimidad. ¡Ay, amigos, qué cosa más bonita puede ser espicharla! ¡Créanme si les digo que en estos momentos me siento enternecido! ¡Mis lágrimas de Magdalena, de Santa Nitouche, de seminarista pajero, limpian, por fin, el polvo acumulado entre las teclas!
Todo esto, claro está, si el susodicho no se ha ido a vivir a la vecina villa de Hervás, como tiene pergeñado. O si no ha donado su cuerpo a la ciencia de Burkina Faso, porque es un hombre imprevisible. En todo caso, como siempre hay un enjambre de oportunistas esperando que algún personaje eminente o seudoeminente las palme, bien sea para elaborar una necrológica gloriosa, que luce mucho, bien para comenzar una biografía, una tesis o cualquier otro producto que dignifique y realce en su justo valor…  (y toda esa polla; ya saben que, en humanidades, lo único que importa es encontrar un tema virgen) la figura del fiambre, estas notas van encaminadas a facilitar la labor de los estudiosos y, sobre todo, de los apologistas del prolífico autor linense (pero sumido en la ciudad de las cinco abejas desde chinorri), aquí en su faceta de personaje imaginario. Porque una persona también es lo que fabula y lo que de él se ha fabulado.

Cucucuento de Navidad, Luis Felipe Comendador, 1997.       
Según este primer documento, un Cusac yonqui y errático sufrió el advenimiento del mismísimo Espíritu de la Navidad, encarnado en un espantajo flaco, corito y con mirada en arrobo, a lo Greco. La guía bienhechora -o, más bien, perversa- del Espíritu de la Navidad conduce al insigne polígrafo bejarano (de adopción) hacia un futuro triunfal sin rebasar los imperiales confines de la ciudad estrecha:
Y siguió dándole a la coca y al jaco y hasta se aficionó al pegamento Imedio y al esmalte de uñas. Y escribió un libro extraordinario que nunca jamás vio la luz pero que, dividido en pequeños cuentos, le hizo valedor de 33 certámenes literarios del Casino Obrero, 15 Certámenes para jóvenes sobre cuentos de Navidad, 3 convocatorias del Consejo de la Juventud y la Flor Natural Mateo Hernández”.
La guasa viene porque Cusac, adalid de las letras local, de momento acumula 15 premios casineros y 4 certámenes de cuentos navideños. Lo demás es hipérbole.
Plomizo fin de semana de agosto, J. Francisco Fabián García, 2012.
En esta crónica, que resultaría inverosímil de no ser por la autoridad de su firma, el reputado intelectual y arqueólogo valdesangileño Francisco Fabián detalla la expedición organizada por el ayuntamiento de Béjar en busca de los restos del avicornio, quimera de la mitología local, ave tan cierta como la toma de la plaza al moro por los Hombres de Musgo o el decanato mundial de la Ancianita. Como funcionario municipal, nuestro personaje participa en la verniana empresa, aunque con un aprovechamiento muy distinto a los objetivos de la misma. Inopinadamente encontrará la inspiración en los desolados páramos de La Covatilla, y, con permiso de quien en la ocasión es su superior directo (el propio Fabián), abandona el pico y la pala para entregarse a sus musas, trascendentales en este caso (y sin que sirviera de precedente):  Recogí mis cosas, fui donde Gabriel Cusac a despedirme, que por cierto en vez de villancico había escrito un libro en aquel rato que ponía patas arriba toda la concepción orgánica del universo regido por un Dios omnipresente y salvador, y me puse en camino”.

Historia de dos ciudades, José Whell (seudónimo), 2014

Que no es la homónima contada por un tal Dickens -así como tampoco conocemos al venerable epistemiólogo que se oculta tras el seudónimo José Whell-, aunque se trata igualmente de una historia épica, donde las tropas de Gibraltá acuden en auxilio de la villa de Bejaleón, sitiada por las tropas isabelinas del general Nanetti. Son los tiempos revolucionarios de 1868. Gabriel Cusac, aquí polaco y Kusack (léase Gábriel Qiusac), es el artífice de una estratagema que ayudará a las huestes gibralteñas a romper el cerco borbónico:
“De todos modos, [José Fronsky, jefe de la sublevación bejaleonesa] había enviado a Montemenor un hombre de su confianza que dirigiese los pasos de los llanitos, si es que conseguía contactar con ellos. Se trataba de un tal Gabriel Kusack (léase Gábriel Qiusac), un compatriota y correligionario, exiliado como él. Lo había despachado sumariamente hacia la misión, sin muchas explicaciones. Tuvo que buscarse la vida y salir de la ciudad sitiada reptando en la noche, bajando por la Cuesta de los Perros hasta alcanzar la ribera del Huerpo de Combre. Aquel enviado fue decisivo en esta hora.
Kusack, antropólogo vocacional, recordaba lo leído por extenso, en el pasado, sobre costumbres europeas relacionadas con la local de los hombres de musgo: hombres del bosque, basajaunak, musgosus, gigantes y mouros, wild men. Recordaba también todo lo reflexionado entonces, por cuenta propia, acerca de la variada y extensa parentela salvaje. El folklore céltico fue, como se verá, la salvación de todos: para que luego digan que leer no sirve de nada.
Kusack contó a Searle lo que su mente maquinaba, y al gibralteño, que la cogió al vuelo, se le iluminaron a la vez el alma y su espejo:
-Oh, yes. It will be like in the old wars.
-Exactly, Major. Camouflage to approach.
Tras la orden oportuna, todo ser con dos manos y un cuchillo o una bayoneta, se puso a cortar por los alrededores. En pocas horas se cubrieron las embarcaciones con ramas flexibles de fresno sobre las que se entrelazaban las ramitas, las hojas, la hiedra y la hierba, como en una especie de sanjuanito guerrillero. Los hombres cubrían sus uniformes y sus cabezas con el musgo despegado de rocas y paredes. Lo sostenían encima como podían, con barro, con los correajes o atándolo con bejucos del río. De esta guisa se hizo el último tramo, muy despacio y en absoluto silencio para no delatarse.
En el silencio tenso del avance, Kusack, fijos sus ojos en el agua oscura del río, pensaba en que todo aquello merecía una novela… y que debía escribirla si salía vivo del lance”.
Ya saben: triunfarían los rebeldes, triunfaría La Gloriosa, Kusack no escribiría la novela. Anotar, por último, que en el texto de José Whell aparecen otros bejaleoneses egregios, asimismo encriptados, pero de fácil heurística para los paisanos: Pepe Festinalente, Mª del Carmen Prestón, Martian de Herwás, L.P. Commander… Un elenco de categoría.
Concluyen aquí estos apuntes, humilde aporte para un gran panegírico. De momento, queda todo lo dicho para la posteridad. No olvidemos, empero, el mensaje de una de las más célebres sentencias cusaquianas: Vanitas vanitatum omnia vanitas.

Gabriel Cusac

2 comentarios:

juan de la cruz471 dijo...

me permito añadir:
Cusac es un personaje que escribe,

el caso es que si sigue escribiendo bien redime y jibariza al personaje,

pero como flojee el personaje se remonta, porque es mucha y honda la memoria que en Béjar debe haber de sus mocedades
En las estrecheces de esta ciudad prevalece lo oral sobre lo escrito

Cusac-Sísifo: Escribe más, por el bien de todos, pero sobre todo por el tuyo: es tu mejor coartada para que el personaje no sobreviva al escritor.

Gabriel Cusac dijo...

Cuánta razón tienes, místico amigo, pero andan las musas ya mu perreás. Debe ser cosa de la edad.