30 de septiembre de 2011

El habitante del espejo


No existe paradigma más ambivalente que el del espejo; como expresa Baltrusaitis, el espejo es jeroglífico de la verdad y de la falsedad. Pero nuestras miradas al espejo son superficiales. Pruebe cualquiera a soportar la mirada del habitante del espejo, ese vecino inmediato y desconocido: no pasará mucho tiempo hasta que sienta el roce del terror. Agua clara, metal bruñido o vidrio azogado, el espejo ha sido desde antiguo precioso instrumento de la literatura y, aún más remotamente, de la magia, porque ambas disciplinas germinan de la intuición. La primera recrea una sospecha; la segunda, desafiando a Medusa, atraviesa la puerta buscando el conocimiento del Otro.
El Otro aguarda. El filósofo puede descubrir al caníbal, el religioso al siervo de Satán, el piadoso al hipócrita, el moralista al degenerado, el juez al criminal, la bella a la bestia, el racionalista al loco. De todas las bestias descritas y por describir en este tratado, el habitante del espejo es la más cercana. También la más cierta.

Gabriel Cusac


2 comentarios:

SILVIA dijo...

Después de una larga ausencia, regreso...un placer leerte de nuevo. Besos!!

Gabriel Cusac dijo...

Me alegro de que la escoba vuelva a estar a punto. Besos.